Publicado el: 21/05/20202,9 min de lectura

Perú, inició la etapa de confinamiento el 16 de marzo, y desde entonces la población pichanakina ha cumplido casi de forma estricta, al menos por las primeros 60 días, las disposiciones del gobierno.

A diferencia de otras zonas del Perú, y a pesar de ser la ciudad más importante de la selva central por el mayor movimiento económico de la región, no ha sucumbido a problemas típicos de las grandes ciudades: escasez de alimentos y alza de precios por especulación. Esta situación responde a varios factores, entre ellos está el hecho de que Pichanaki queda relativamente cerca de zonas como el valle del Mantaro y Tarma; estos son de los valles más importantes  proveedores de hortalizas para Lima, y centro del país. Sin embargo, tal vez el factor más interesante, es que Pichanaki se caracteriza por tener una población rural alta y que un buen porcentaje se dedica a la agricultura.

Es bastante común encontrar en Pichanaki, personas de la ciudad con un fuerte vínculo a la zona rural, ya sea porque tienen una chacra, o que algún familiar la tiene. Este hecho permitió, entonces que muchas personas, durante la cuarentena hayan pasado ese tiempo en las chacras, sin depender tanto de las provisiones de la ciudad y, además que coincidió con la temporada de cosecha de café.

Salvo las personas (empresas en su mayoría) que alquilan tierras para el cultivo intensivo de kion y piña, los agricultores de Pichanaki y selva central, suelen tener además de su cultivo principal de renta otros productos en menor grado. Esto les permite si no comercializarlos en el mercado local, al menos diversificar la dieta alimenticia, y mitigar la dependencia a los mercados y regulación a la que estos están sujetos. Una familia agricultora típica, a pesar de ser considerados como pequeña agricultura, por tener en promedio 5 hectáreas, tiene en su parcela además del cultivo comercial principal, que por lo general es el café, otros como: cítricos, achiote, kion, palillo, frejol de palo, maíz, yuca, pituca, plátano, palto, papaya, frutales nativos como anona, granadilla de monte, cocona, quito quito y palmeras (que además de aprovechar los frutos, se consume también el cogollo y larvas que suelen crecer en los troncos). Además cerca a la casa siempre tendrán hortalizas nativas o no, por ejemplo es bastante usual encontrar tomates, calabazas, hierbas aromáticas, ajíes, etc.  … estos alimentos son incorporados en la canasta, y a ello, se suman animales de corral como gallinas y cuyes, que son usualmente vistos en las casas de las familias, ante la escasez de animales de monte (producto de la deforestación), y la prohibición de la caza.

Ya sean nativos o colonos, impera un interés común por recolectar, conservar y por qué no, domesticar frutos y hortalizas nativos, así como cultivar  hortalizas en espacios cercanos a las casas, lo que podríamos llamarlas “huertos familiares”, retomando así, prácticas ancestrales y promoviendo sin saberlo la conservación y soberanía alimentaria.

Entonces, podríamos decir que esta crisis, representa una oportunidad para revalorar la soberanía alimentaria y la importancia de mantener huertos familiares…

 

Perú, inició la etapa de confinamiento el 16 de marzo, y desde entonces la población pichanakina ha cumplido casi de forma estricta, al menos por las primeros 60 días, las disposiciones del gobierno.

A diferencia de otras zonas del Perú, y a pesar de ser la ciudad más importante de la selva central por el mayor movimiento económico de la región, no ha sucumbido a problemas típicos de las grandes ciudades: escasez de alimentos y alza de precios por especulación. Esta situación responde a varios factores, entre ellos está el hecho de que Pichanaki queda relativamente cerca de zonas como el valle del Mantaro y Tarma; estos son de los valles más importantes  proveedores de hortalizas para Lima, y centro del país. Sin embargo, tal vez el factor más interesante, es que Pichanaki se caracteriza por tener una población rural alta y que un buen porcentaje se dedica a la agricultura.

Es bastante común encontrar en Pichanaki, personas de la ciudad con un fuerte vínculo a la zona rural, ya sea porque tienen una chacra, o que algún familiar la tiene. Este hecho permitió, entonces que muchas personas, durante la cuarentena hayan pasado ese tiempo en las chacras, sin depender tanto de las provisiones de la ciudad y, además que coincidió con la temporada de cosecha de café.

Salvo las personas (empresas en su mayoría) que alquilan tierras para el cultivo intensivo de kion y piña, los agricultores de Pichanaki y selva central, suelen tener además de su cultivo principal de renta otros productos en menor grado. Esto les permite si no comercializarlos en el mercado local, al menos diversificar la dieta alimenticia, y mitigar la dependencia a los mercados y regulación a la que estos están sujetos. Una familia agricultora típica, a pesar de ser considerados como pequeña agricultura, por tener en promedio 5 hectáreas, tiene en su parcela además del cultivo comercial principal, que por lo general es el café, otros como: cítricos, achiote, kion, palillo, frejol de palo, maíz, yuca, pituca, plátano, palto, papaya, frutales nativos como anona, granadilla de monte, cocona, quito quito y palmeras (que además de aprovechar los frutos, se consume también el cogollo y larvas que suelen crecer en los troncos). Además cerca a la casa siempre tendrán hortalizas nativas o no, por ejemplo es bastante usual encontrar tomates, calabazas, hierbas aromáticas, ajíes, etc.  … estos alimentos son incorporados en la canasta, y a ello, se suman animales de corral como gallinas y cuyes, que son usualmente vistos en las casas de las familias, ante la escasez de animales de monte (producto de la deforestación), y la prohibición de la caza.

Ya sean nativos o colonos, impera un interés común por recolectar, conservar y por qué no, domesticar frutos y hortalizas nativos, así como cultivar  hortalizas en espacios cercanos a las casas, lo que podríamos llamarlas “huertos familiares”, retomando así, prácticas ancestrales y promoviendo sin saberlo la conservación y soberanía alimentaria.

Entonces, podríamos decir que esta crisis, representa una oportunidad para revalorar la soberanía alimentaria y la importancia de mantener huertos familiares…

 

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