Julio es un poco la memoria del proyecto Envol Vert en Pichanaki. Contratado en 2012 para asistir en los trabajos de reforestación, él ha visto el proyecto evolucionar y ha enseñado sus saberes a los voluntarios. Nos comparte las razones de su compromiso con Envol Vert.
Ingeniero agrónomo especializado en los cultivos de café, Julio se familiarizó con los sistemas agroforestales mientras trabajaba sobre la certificación de las parcelas.
“La conciencia de instalar un árbol en una parcela era bien difícil porque el productor estaba acostumbrado a adquirir el dinero rápido” mientras la silvicultura necesita un inversión a largo plazo. Al ver los primeros resultados, los productores se dejan convencer y hoy en día, “hay productores que se identifican con el proyecto, le toman cariño. Han tomado conciencia de la degradación de los suelos y de los servicios ofrecidos por el árbol: sombra, reducción de la utilización de fertilizantes, conservación del agua”. Julio espera que los beneficiarios vayan a sensibilizar a sus vecinos y así seguir el trabajo de reforestación.
Para él, lo más importante en su trabajo es el intercambio. Intercambio con los productores a quienes les satisface el seguimiento del proyecto, “se involucran aún más porque el proyecto no es un flor de un día”. Intercambio con las diferentes organizaciones sobre las técnicas de reforestación, “yo no sabía, por ejemplo, los efectos negativos de algunas especies exóticas sobre la calidad del suelo”. Intercambio con los voluntarios, que llegan de lugares lejanos con nuevas experiencias para compartir. Uno de ellos no hablaba español cuando llegó. El ingeniero le ayudó a entender los ámbitos del trabajo de campo y la necesidad de comprar botas para poder caminar por las parcelas en pendiente.
Julio es un poco la memoria del proyecto Envol Vert en Pichanaki. Contratado en 2012 para asistir en los trabajos de reforestación, él ha visto el proyecto evolucionar y ha enseñado sus saberes a los voluntarios. Nos comparte las razones de su compromiso con Envol Vert.
Ingeniero agrónomo especializado en los cultivos de café, Julio se familiarizó con los sistemas agroforestales mientras trabajaba sobre la certificación de las parcelas.
“La conciencia de instalar un árbol en una parcela era bien difícil porque el productor estaba acostumbrado a adquirir el dinero rápido” mientras la silvicultura necesita un inversión a largo plazo. Al ver los primeros resultados, los productores se dejan convencer y hoy en día, “hay productores que se identifican con el proyecto, le toman cariño. Han tomado conciencia de la degradación de los suelos y de los servicios ofrecidos por el árbol: sombra, reducción de la utilización de fertilizantes, conservación del agua”. Julio espera que los beneficiarios vayan a sensibilizar a sus vecinos y así seguir el trabajo de reforestación.
Para él, lo más importante en su trabajo es el intercambio. Intercambio con los productores a quienes les satisface el seguimiento del proyecto, “se involucran aún más porque el proyecto no es un flor de un día”. Intercambio con las diferentes organizaciones sobre las técnicas de reforestación, “yo no sabía, por ejemplo, los efectos negativos de algunas especies exóticas sobre la calidad del suelo”. Intercambio con los voluntarios, que llegan de lugares lejanos con nuevas experiencias para compartir. Uno de ellos no hablaba español cuando llegó. El ingeniero le ayudó a entender los ámbitos del trabajo de campo y la necesidad de comprar botas para poder caminar por las parcelas en pendiente.