Zulmira Salos Tapullima 47 años, es una vecina del Alto Shilcayo y miembro de la Asociación de Protección de Flora y Fauna.
“Desde hace 20 años, tengo mi hacienda en esta zona de la Cordillera Escalera. Antes, vivía allí mismo, mis hijos nascieron allí, pero ahora está prohibido, entonces me voy para allá de vez en cuando para buscar bananas, mandioca, algo para comer, porque somos pobres y necesitamos lo que el suelo nos proporciona.
Allá, está mucho más fresco que en la ciudad gracias a los árboles, es bonito, el aire es más puro que en la ciudad. Me encanta ir allá. Nos explicaron que era necesario proteger este lugar, entonces dejamos de cortar los árboles. Los árboles son nuestra vida. Antes, cuando todo el mundo cortaba los árboles, los corrientes de agua se secaban. Eso no es duradero. Tenemos que dar el buen ejemplo para nuestros hijos.
Ahora, estamos aquí para proteger los árboles y la naturaleza, y con la asociación lo hacemos, además, toca vivir de alguna cosa para mantener a la familia. Por esto, trabajamos con turismo, se habla de ecoturismo. Por ejemplo, mis hijos guían a los turistas, llevan sus pertenencias, construyen los sitios para acogerlos, y yo hago la compra y cocino para los turistas. Los llevamos, un o varios días, pasear en estos lugares, disfrutar las cascadas y observar la naturaleza.
Por esto, los turistas pagan un poco de dinero a la asociación y a nosotros y a otros campesinos que trabajan también. Esto nos proporciona lo suficiente para que podamos continuar a proteger la zona, sin tener que volver a cortar los árboles.”
Zulmira Salos Tapullima 47 años, es una vecina del Alto Shilcayo y miembro de la Asociación de Protección de Flora y Fauna.
“Desde hace 20 años, tengo mi hacienda en esta zona de la Cordillera Escalera. Antes, vivía allí mismo, mis hijos nascieron allí, pero ahora está prohibido, entonces me voy para allá de vez en cuando para buscar bananas, mandioca, algo para comer, porque somos pobres y necesitamos lo que el suelo nos proporciona.
Allá, está mucho más fresco que en la ciudad gracias a los árboles, es bonito, el aire es más puro que en la ciudad. Me encanta ir allá. Nos explicaron que era necesario proteger este lugar, entonces dejamos de cortar los árboles. Los árboles son nuestra vida. Antes, cuando todo el mundo cortaba los árboles, los corrientes de agua se secaban. Eso no es duradero. Tenemos que dar el buen ejemplo para nuestros hijos.
Ahora, estamos aquí para proteger los árboles y la naturaleza, y con la asociación lo hacemos, además, toca vivir de alguna cosa para mantener a la familia. Por esto, trabajamos con turismo, se habla de ecoturismo. Por ejemplo, mis hijos guían a los turistas, llevan sus pertenencias, construyen los sitios para acogerlos, y yo hago la compra y cocino para los turistas. Los llevamos, un o varios días, pasear en estos lugares, disfrutar las cascadas y observar la naturaleza.
Por esto, los turistas pagan un poco de dinero a la asociación y a nosotros y a otros campesinos que trabajan también. Esto nos proporciona lo suficiente para que podamos continuar a proteger la zona, sin tener que volver a cortar los árboles.”