La desaparición del bosque de los Mayas
En diciembre 2011, el climatólogo Ben Cook hizo un descubrimiento que demostraba la relación causa efecto de la desaparición de la civilización Maya. Ésta se debió principalmente a la deforestación. Sus descubrimientos han probado que la destrucción de los bosques provocó una disminución de las precipitaciones y continuas sequias que acudieron a la civilización Maya. Los arboles difunden agua en la atmósfera cuando se produce la evaporización en las hojas : Esto contribuye a las precipitaciones en las regiones continentales. Según los estudios de Cook, la deforestación fue la causante de la mitad de la sequia existente en el periodo pre-colonial Maya.
La desaparición de los bosques rima con ausencia de lluvia y sequia
Un estudio de la NASA en 2005 muestra que el humo provocado por los bosques incendiados dificulta la formación de nubes, disminuyendo las precipitaciones. Igualmente el hecho de remplazar el bosque tropical por campos de cultivo o pastos para el ganado aumenta la reflectividad de la Tierra. Ésta absorbe menos energía solar, lo que disminuye las precipitaciones[1]. Actuando como pompas de agua, los bosques provocan las precipitaciones desde las zonas costeras, llevándolas hasta las zonas continentales.
Los bosques tropicales pueden « enfriar » la Tierra mediante la evaporación de enormes volúmenes de agua y la creación de nubes, que reflejan la luz del Sol hacia el espacio. El bosque del Amazonas difunde 8 millares de toneladas de vapor de agua en la atmosfera cada año.
La deforestación histórica en la India provoco un cambio en las lluvias monzonicas, disminuyendo la pluviometría de 30%. Y las consecuencias llegan más allá de donde se produce la deforestación. Por ejemplo, la selva Amazónica influye en las precipitaciones que se dan desde México hasta Tejas, y los bosques tropicales del sur de Asia influyen en las lluvias hasta la región de los Balcanes. Este mismo fenómeno fue determinante durante el periodo de los Mayas, disminuyendo de 10% a 20% las precipitaciones y provocando una sequia que parece haber sido la causante de la desaparición de esta civilización.
Los bosques tropicales actúan como estaciones de depuración
Además de generar agua, la selva también la limpia. Tiene una función de verdadera depuradora, filtrando las partículas contaminantes, los metales pesados, el y nitrógeno mediante su complejo sistema de raíces. Todo eso antes de devolverlas a las aguas subterráneas para proseguir con su largo ciclo. Tres cuartas partes del agua dulce que consumimos provienen de las cuencas hidrográficas de los bosques tropicales, que purifican el agua potable de dos tercios de las grandes metrópolis de los países envías de desarrollo.
Otro ejemplo, esta vez en un país desarrollado, es la metrópolis de Nueva York. Esta ciudad opto por restaurar las funciones ecológicas de la cuenca hidráulica que abastecía la ciudad en lugar de construir y usar una nueva depuradora artificial. La economía obtenida equivalió al 80% del presupuesto destinado a construir una estación de depuración nueva, sin contar los gastos de mantenimiento.
Los servicios que nos brinda la selva amazónica, como su influencia sobre las precipitaciones, se encuentran hoy en peligro. ¿Se extinguirá el hombre moderno de la misma manera que lo hizo la civilización Maya? Diríamos que no aprendemos de las experiencias pasadas.
[1] Estudie de Cook, junto a la NASA Goddard Institute for Space Studies (GISS) y la Universidad de Columbia Lamont-Doherty Earth Observatory de Nueva York.
Lee también:
Otros papeles del bosque:
Los bosques y nuestra alimentación
El bosque y el CO₂, una historia de amor…
Descarga el “Informe descriptivo de los servicios prestados por el bosque”
Tener mas informaciones:
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Los servicios que nos brinda la selva amazónica, como su influencia sobre las precipitaciones, se encuentran hoy en peligro. ¿Se extinguirá el hombre moderno de la misma manera que lo hizo la civilización Maya? Diríamos que no aprendemos de las experiencias pasadas.
[1] Estudie de Cook, junto a la NASA Goddard Institute for Space Studies (GISS) y la Universidad de Columbia Lamont-Doherty Earth Observatory de Nueva York.
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