En el 1987, llegué al Conservatorio de objetor de conciencia. Hacia el censo de las haciendas que producen el queso llamado “Fourme d’Ambert”. Luego, acompañé el desarrollo de los proyectos en la región del Forez. Participé a los trabajos relativos a la salvaguardia de la biodiversidad y de forma más general al patrimonio de esta montaña.
En los Montes del Forez, la prioridad es actuar sobre los valles glaciares de Le Fossat y de Les Reblats: evitar la repoblación forestal anárquica de los fondos de los valles y conservar las poblaciones antiguas de hayas, abetos y arces. Las relaciones estrechas con los montañeses sensibles a la preservación permitieron la adquisición de varias decenas de hectáreas. Hoy en día son el objeto de estudios y controles científicos. Algunos son cogeridos con agricultores, otros se benefician de experimentos forestales, o también son protegidos de cualquier intervención y evolucionan con libertad. Esta dinámica necesita el encuentro frecuente con los vecinos involucrados, y algunos se convirtieran en amigos.
Es este buen conocimiento del campo, de las prácticas antiguas, de la historia de esta montaña, de los actores que trabajan allá hoy en día que permite continuar con la salvaguardia de este espacio de un gran valor biológico. Todavía más que nuestra lógica está en contradicción con las adecuaciones que están propuestas: abertura de pistas, explotaciones forestales, trivialización del espacio montañés, intensificación…
La acción Conservatorio es, sin duda, un poco la búsqueda idealizada de un equilibro que los campesinos del Forez habían sabido establecer. Una montaña poblada, fraternal, con jardines, pero donde la Naturaleza estaba respectada.
En el 1987, llegué al Conservatorio de objetor de conciencia. Hacia el censo de las haciendas que producen el queso llamado “Fourme d’Ambert”. Luego, acompañé el desarrollo de los proyectos en la región del Forez. Participé a los trabajos relativos a la salvaguardia de la biodiversidad y de forma más general al patrimonio de esta montaña.
En los Montes del Forez, la prioridad es actuar sobre los valles glaciares de Le Fossat y de Les Reblats: evitar la repoblación forestal anárquica de los fondos de los valles y conservar las poblaciones antiguas de hayas, abetos y arces. Las relaciones estrechas con los montañeses sensibles a la preservación permitieron la adquisición de varias decenas de hectáreas. Hoy en día son el objeto de estudios y controles científicos. Algunos son cogeridos con agricultores, otros se benefician de experimentos forestales, o también son protegidos de cualquier intervención y evolucionan con libertad. Esta dinámica necesita el encuentro frecuente con los vecinos involucrados, y algunos se convirtieran en amigos.
Es este buen conocimiento del campo, de las prácticas antiguas, de la historia de esta montaña, de los actores que trabajan allá hoy en día que permite continuar con la salvaguardia de este espacio de un gran valor biológico. Todavía más que nuestra lógica está en contradicción con las adecuaciones que están propuestas: abertura de pistas, explotaciones forestales, trivialización del espacio montañés, intensificación…
La acción Conservatorio es, sin duda, un poco la búsqueda idealizada de un equilibro que los campesinos del Forez habían sabido establecer. Una montaña poblada, fraternal, con jardines, pero donde la Naturaleza estaba respectada.